domingo, 12 de julho de 2015

Artroplastia de cadera


Artroplastia de cadera

Hip arthroplasty

E Pagès a, J Iborra a, A Cuxart a

a Servicio de Rehabilitación. Hospital Vall d¿Hebron. Barcelona.

Palabras Clave

artroplastia, cadera, rehabilitación, resultados.

Keywords

arthroplasty, hip, rehabilitation, results.

Resumen

La artroplastia total de cadera (ATC) es una intervención coste-efectiva para disminuir el dolor, mejorar la función y la calidad de vida de los pacientes con patología degenerativa o inflamatoria de la cadera. La mayoría de sistemas disponibles actualmente son modulares y la fijación de los componentes protésicos al hueso puede conseguirse mediante dos técnicas: la cementación y la osteointegración. Tanto los vástagos cementados como los no cementados pueden ser considerados el patrón oro para la supervivencia a largo plazo; sin embargo, las técnicas no cementadas son hoy en día el método preferido para la mayoría de reemplazos acetabulares. Actualmente la superficie de carga con par de fricción metal-polietileno entrelazado es la más utilizada. La mayoría de complicaciones después de una ATC son infrecuentes, y pueden ser prevenidas y tratadas fácilmente. El objetivo inmediato de la rehabilitación en la fase aguda se centra en reducir el dolor, mejorar la movilidad, restaurar la función e identificar y prevenir las complicaciones postoperatorias inmediatas. Las guías clínicas para los pacientes intervenidos de una prótesis de cadera, y más específicamente los protocolos de ejercicios terapéuticos, varían dependiendo de las instituciones u hospitales y del ámbito de actuación. Una adecuada valoración de los resultados de la artroplastia requiere el uso de instrumentos genéricos de medición de la calidad de vida, siendo el más utilizado el Medical Outcomes Study-Short Form 36, y de instrumentos específicos que sean lo suficientemente sensibles para detectar los cambios clínicos de interés, como la escala de cadera de Harris (Harris Hip Score). Los resultados publicados demuestran una mejoría excelente tanto clínica, como funcional y radiográfica después de la ATC y aproximadamente el 90 % de las ATC tienen éxito, en términos de no dolor ni complicaciones a los 10-15 años de la cirugía.

Abstract

Total hip arthroplasty (THA) is a cost-effective intervention to decrease pain, improve function and quality of life of the patients with degenerative or inflammatory disease of the hip. Most of the currently available systems are modular and fixation of the prosthetic components to the bone may be achieved with two techniques: cementation and osteointegration. Both the cemented stems and non-cemented ones may be considered the gold standard for long term survival. However, the non-cemented techniques are presently the preferred method for most of cetabular replacements. Currently friction of metal on polyethylene bearing surface is used most. Most of the complications after a THA are uncommon and may be easily prevented and treated. The immediate objective of rehabilitation in the acute phase is focused on reducing pain, improving mobility, restoring function and identifying and preventing immediately postoperative complications. Clinical guidelines for the patients operated on for a hip prosthesis and more specifically the therapeutic exercise protocols, vary according to the institutions or hospitals and action setting. An adequate assessment of the results of the arthroplasty requires the use of generic instruments of measurement of quality of life. That used most is the Medical Outcomes Study-Short Form 36. It is also necessary to use specific instruments that are sufficiently sensitive to detect clinical changes of interest, such as the Harris Hip Score. The results published show excellent clinical, functional and radiological improvement after the THA. Approximately 90 % of the THAs are successful in terms of no pain or complications at 10 to 15 years of the surgery.

Artículo

INTRODUCCIÓNLa artroplastia total de cadera (ATC) es uno de los procedimientos ortopédicos más exitosos que se realizan hoy en día, y es una intervención coste-efectiva para disminuir el dolor, mejorar la función y sobre todo la calidad de vida de los pacientes con patología degenerativa o inflamatoria de la cadera1. Sir John Charnley, un cirujano ortopédico británico, desarrolló los principios fundamentales de la cadera artificial y se considera el padre de la ATC. Él diseñó una prótesis de cadera a finales de los sesenta que todavía puede tener su indicación hoy en día. El número de implantes realizados sigue incrementándose, debido tanto al aumento de la edad de la población como al éxito del procedimiento, y se calcula que se realizan alrededor de 500.000 ATC anualmente en todo el mundo. Es imperativo, por tanto, para los profesionales de la salud utilizar la medicina basada en la evidencia, integrando la literatura científica, la experiencia clínica y las preferencias de los pacientes, para seleccionar las intervenciones y tratamientos más efectivos con el fin de mejorar la recuperación del paciente después de un reemplazo articular2.
La articulación de la cadera es una enartrosis donde la cabeza femoral se articula con el acetábulo, permitiendo un movimiento suave en múltiples planos. Cualquier condición que afecte alguna de estas estructuras puede conducir al deterioro de la articulación, y éste a su vez producir deformidad, dolor y pérdida de función. Aunque la artrosis es la patología que más frecuentemente afecta a la cadera, otras condiciones o patologías que pueden afectarla son: artritis inflamatorias, displasias, enfermedad de Perthes, traumatismos, neoplasias y osteonecrosis. La ATC es una intervención donde las superficies articulares afectadas son reemplazadas con materiales sintéticos, y así mejora el dolor, la cinemática articular y la función.
La ATC es una intervención electiva que debería ser considerada como una opción entre otras alternativas. La decisión para realizarla debe tomarse teniendo en consideración tanto los riesgos como los beneficios potenciales. La comprensión minuciosa tanto del procedimiento como de los resultados esperados es una parte importante del proceso de decisión. En el paciente adecuado la ATC puede ser una intervención que cambia su vida al mejorar el dolor, la función y la calidad de vida.
TIPOS DE ARTROPLASTIAS Y AVANCES QUIRÚRGICOSTodas las ATC consisten en un componente femoral, un componente acetabular y una superficie de carga o rozamiento. La mayoría de sistemas disponibles actualmente son modulares, con componentes separados fe-morales (vástago y cabeza) y acetabulares (cúpula e inserto). Ello proporciona al cirujano una enorme flexibilidad intraoperatoria ante cualquier dificultad o variación anatómica. Existen gran variedad de modelos disponibles que reflejan diferentes filosofías en relación con el tipo de fijación, diseño y materiales.
La fijación de los componentes protésicos al hueso puede conseguirse mediante dos técnicas; la primera utiliza cemento y la segunda, introducida en los años ochenta, se basa en el crecimiento óseo en la superficie porosa del implante que ha sido ajustado al hueso, la osteointegración.
La mayoría de componentes acetabulares utilizados hoy en día son no cementados y porosos. Una cúpula hemisférica y porosa de metal se inserta en el acetábulo y se ajusta el inserto modular de polietileno de alta densidad, que se articula con una cabeza femoral esférica altamente pulida. Muchos diseños permiten la inserción de tornillos para mejorar la fijación del componente. Los implantes acetabulares cementados de polietileno sólo son utilizados actualmente en algunos pacientes ancianos con pobre stock óseo. Durante años la superficie de carga estándar ha sido una cabeza femoral metálica articulada con un inserto acetabular de polietileno de alta densidad. Para evitar el desgaste y los detritus generados se han desarrollado nuevas superficies, y de ellas la más ampliamente utilizada es la de polietileno altamente entrelazado o reticulado. Otros tipos de componentes acetabulares recientes son combinaciones de cerámica-polietileno, cerámica-cerámica, y metal-metal. En todos los casos los resultados clínicos a corto plazo son buenos, pero son necesarios estudios a largo plazo para compararlos con el metal-polietileno.
Los componentes femorales cementados fueron el patrón oro hasta finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando se publicaron resultados excelentes y de durabilidad para los no cementados. Estos últimos son el implante de elección en pacientes jóvenes y con buen stock óseo, mientras que los cementados son apropiados para pacientes ancianos, con baja demanda física y pobre stock óseo.
Los implantes no cementados son típicamente porosos, ya sean limitados a la porción proximal del vástago femoral o de toda su superficie. La cabeza femoral suele ser de cobalto-cromo altamente pulido y de múltiples diámetros.
El éxito a largo plazo de la ATC depende de la fijación del componente protésico y de la cantidad de detritus de desgaste generados por la superficie de roda-miento/carga. Los esfuerzos para mejorar la función y la supervivencia de las prótesis se han centrado en estos importantes aspectos del diseño protésico. Los avances tanto en las técnicas de cementación femoral como en el diseño de los vástagos cementados han conseguido resultados de supervivencia a los 10 años casi perfectos (98 %), y una buena supervivencia (93 %) a los 25 años3-6. Tasas de supervivencia comparables se han obtenido utilizando técnicas sin cementación para el componente femoral7,8. En el componente acetabular las tasas de supervivencia a los 10 años son similares para las técnicas cementadas (95 %) y no cementadas (95-100 %); sin embargo, a los 15 años las técnicas sin cementación (85-94 %) son mejores que las cementadas (70-95 %)3,4,9,10. En definitiva, tanto los vástagos cementados como los no cementados pueden ser considerados el patrón oro para la supervivencia a largo plazo; sin embargo, las técnicas no cementadas son hoy en día el método preferido para la mayoría de reemplazos acetabulares.
Mejorías en la tecnología del componente femoral no cementado han incluido el uso de capas porosas circunferenciales, una tendencia hacia aleaciones metálicas menos rígidas y más biológicamente inertes (aleaciones de titanio) y un mayor uso de la modularidad para permitir diferentes longitudes de extremidades, compensadas opciones de tamaño de la cabeza femoral y diferentes opciones de superficies de rodamiento con la cabeza femoral. Estas ventajas han dado lugar a una opción de vástagos femorales que son relativamente biológicamente inertes, tienen excelentes propiedades de osteointegración ósea y son más similares a los modelos de elasticidad del hueso.
Las preocupaciones sobre los detritus del desgaste del polietileno y la osteolisis, asociados con las superficies de carga tradicionales metal-polietileno, han supuesto la aparición de superficies de carga con pares de fricción alternativos como el metal-polietileno entrelazado, metal-metal y cerámicos. El polietileno entrelazado ha demostrado mayor resistencia al desgaste y actualmente es el utilizado más frecuentemente11.
Las articulaciones de cerámica-polietileno, que utilizan polietileno entrelazado, producen menos fricción y menos partículas de desgaste12. Diferentes estudios13 han demostrado que a los dos o tres años no hay casi desgaste detectable radiológicamente. Superficies me-tal-metal producen menos fricción y tienen menos tasas de desgaste, por lo que se están utilizando en pacientes jóvenes y activos. Estudios con seguimientos de 5 a 10 años están demostrando resultados excelentes14.
Por último, recientemente se está produciendo un resurgimiento de las técnicas de resurfacing o prótesis de superficie para las artroplastias de cadera, que utilizan pares de fricción metal-metal y mínima resección ósea. Se proponen como ventajas que se restaura la anatomía normal, se maximiza la propiocepción, disminuye la tasa de luxación y facilita el recambio o revisión de la prótesis15. Faltan también estudios a largo plazo de resultados.
El procedimiento quirúrgico de la ATC ha ido evolucionando desde su introducción. Se han descrito una gran variedad de abordajes, pero actualmente sólo unos pocos se realizan rutinariamente, siendo el posterolateral y lateral los más utilizados. En el primero, también llamado de Kocher-Langenbeck, los músculos abductores de la cadera quedan intactos, pero la tasa de luxación ha sido históricamente superior, mientras que en el lateral o de Hardinge se realiza la incisión de la porción anterior de los abductores y se ha asociado a un mayor riesgo de cojera y osificación heterotópica16,17.
Recientemente, se han desarrollado las técnicas mínimamente invasivas, en las que la incisión quirúrgica se reduce a unos 10 cm o menos. Las ventajas propuestas para utilizar una incisión menor son la disminución de pérdida sanguínea, de la duración de la intervención y del trauma quirúrgico, y la más rápida rehabilitación, disminución de la estancia hospitalaria y la reducción de costes18,19. Existen sin embargo estudios que no demuestran estas diferencias20. Las desventajas potenciales son la visualización limitada, la malposición de los componentes, el aumento del trauma cutáneo y la dificultad para determinar la longitud de las extremidades. No existen estudios a largo plazo que evalúen este abordaje.
La navegación quirúrgica también está siendo desarrollada en la ATC y sus beneficios potenciales son mejorar la exactitud de la posición de los componentes, sobre todo acetabular, e incisiones menores, ya que la visualización directa no es necesaria21. Las desventajas son la mayor duración de la cirugía y el aumento de costes. Obviamente tampoco existen estudios a largo plazo para comparar resultados.
INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONESLa ATC está indicada en pacientes con patología de cadera, que condiciona dolor persistente e incapacitante y disminución significativa de las actividades de la vida diaria (AVD) y la calidad de vida, en los que ha fracasado un tratamiento conservador o quirúrgico previo. Pacientes con importante deformidad y limitación de la movilidad pueden ser también candidatos al reemplazo articular si la discapacidad resultante es considerable.
La edad en sí misma no es una contraindicación para realizar una artroplastia, y ésta se puede indicar por tanto en pacientes de todas las edades (excepto antes de la finalización del crecimiento), pero debido a la posibilidad de fallo de la prótesis con el tiempo es preferible retrasar el procedimiento el máximo posible.
La ATC está contraindicada en casos de infección activa (local o sistémica), enfermedades médicas preexistentes significativas (por ejemplo, infarto agudo de miocardio reciente o angina inestable, insuficiencia cardíaca o anemia severa), inmadurez esquelética, paraplejía o tetraplejía y debilidad muscular permanente o irreversible en ausencia de dolor.
La ausencia de masa muscular abductora de la cadera, un déficit neurológico progresivo y la obesidad mórbida son consideradas contraindicaciones relativas.
COMPLICACIONESAfortunadamente, la mayoría de complicaciones después de una ATC son infrecuentes, y pueden ser prevenidas y tratadas fácilmente si se piensa en ellas y se reconocen.
Existen múltiples complicaciones que se pueden producir durante y después de una ATC, tanto en el postoperatorio inmediato como a largo plazo (tabla 1).
Entre las complicaciones intraoperatorias, relativamente específicas de este tipo de cirugía, cabe destacar las siguientes:
  • Fracturas: su incidencia varía del 0,1 al 1 % en el caso de componentes cementados y del 3 al 18 % para los no cementados22. La mayoría se producen en el fémur y pueden requerir osteosíntesis con tornillos o placas.
  • Lesiones nerviosas: la incidencia en las ATC primarias varía del 0 al 3 %23. La más frecuente es la lesión del nervio ciático, siendo la rama peroneal más susceptible de lesionarse que la tibial. También pueden afectarse los nervios femoral, obturador y glúteo superior. La cirugía previa, las displasias del desarrollo de la cadera, el alargamiento de extremidades, la obesidad y el sexo femenino parecen ser factores de riesgo. La causa es desconocida en un 50 % de los casos, pero en otros puede ser producida por compresión, traumatismo directo, excesivo alargamiento de la extremidad, isquemia, lesión térmica secundaria al cemento o luxación. En caso de sospecharse compresión por hematoma, excesivo alargamiento o laceración nerviosa puede ser necesaria la revisión quirúrgica. En los demás casos será necesaria una conducta expectante. El pronóstico de recuperación es variable y está directamente relacionado con el grado de lesión. La recuperación completa se produce en aproximadamente el 41 % de los casos, y en otro 44 % sólo persiste un déficit leve. El 15 % restante presentará como secuelas paresia muscular y/o disestesias persistentes con afectación de la marcha24.
  • Lesiones vasculares: su incidencia es muy baja, del 0,2 al 0,3 %, pero puede ser grave25. Los vasos que se pueden afectar son los ilíacos y femorales y las arterias femoral profunda, obturadora y glútea superior.
  • Hipotensión relacionada con el uso de cemento (polimetilmetacrilato) femoral: la incidencia es inferior al 5 % y los vástagos femorales largos son un factor de riesgo importante26. La principal causa se cree que es la embolización de grasa y detritus medulares óseos y otras causas contribuyentes son la liberación de prostaglandinas y anafilotoxinas.


  • TABLA 1. Complicaciones
    Entre las diferentes complicaciones postoperatorias posibles destacan las siguientes:

  • Enfermedad tromboembólica: es la complicación que presenta el riesgo más elevado de mortalidad perioperatoria después de una ATC. La incidencia de trombosis venosa profunda de extremidades inferiores varía del 70 al 8 %. Sin profilaxis, la mortalidad perioperatoria por embolia pulmonar es del 2 al 3 %. Con profilaxis de sólo 7 a 10 días hay una tasa de embolia pulmonar del 0,1 % hasta los 90 días postoperatorios27. La prevención es fundamental para disminuir el riesgo de tromboembolismo después de una ATC y las medidas profilácticas utilizadas hoy en día incluyen bajas dosis de heparina no fraccionada, heparinas de bajo peso molecular (las más utilizadas hoy en día), heparina sintética pentasacárido fondaparinux, anticoagulantes orales y sistemas de compresión neumática intermitente. La profilaxis debe empezarse antes de la cirugía y continuarse hasta que el paciente deambula correctamente. Recientes metaanálisis aconsejan continuar la profilaxis con heparina de bajo peso molecular después de una ATC hasta los 28-42 días postcirugía28,29.
  • Infección: puede ser la complicación más devasta-dora y costosa y la incidencia en la ATC primaria varía del 0,4 al 1,5 %30. El tratamiento normalmente requiere la retirada de la prótesis, la estabilización de la articulación, la administración de tratamiento antibiótico endovenoso de 5 a 6 semanas y la implantación de una nueva prótesis. En determinados casos, tras la retirada de la prótesis, deberá realizarse una artrodesis. A pesar del tratamiento la reinfección puede producirse en tasas del 25 % a corto y largo plazo31.
  • Luxación: la incidencia global en las artroplastias primarias varía del 0 al 2 %32. La mayoría son luxaciones posteriores, típicamente producidas por maniobras de flexión, aducción y rotación interna de la pierna, mientras que las luxaciones anteriores son menos frecuentes y se producen en extensión, aducción y rotación externa. Históricamente, la tasa de luxación en abordajes posterolaterales era mayor que la de los abordajes laterales modificados. Un abordaje posterolateral con reparación de la cápsula posterior puede disminuir la incidencia a menos del 1 % y ser comparable al abordaje lateral modificado32. Además del abordaje quirúrgico, otros factores de riesgo de luxación pueden ser el diseño, la orientación y el alineamiento del implante, así como el estado de los tejidos blandos, en especial de los abductores. Además, factores propios del paciente que se asocian con riesgo elevado de luxación son el sexo femenino, la edad y el antecedente quirúrgico previo33. El tratamiento depende de la causa y dirección de la luxación. El primer episodio de luxación puede tratarse mediante reducción cerrada simple. Estas luxaciones precoces (en los tres primeros meses del postoperatorio) suelen tratarse con éxito sin recurrencia en el 60 a 70 % de los casos33. En las luxaciones de repetición puede ser necesaria una ortesis durante algún tiempo. En el caso de que la luxación sea debida a fallo o malalineación del implante, excesiva laxitud del tejido blando o inestabilidad recurrente, el tratamiento quirúrgico es a menudo necesario. Si la causa está bien definida, en el 80 % de los casos la reintervención tendrá éxito33.
  • Osteólisis y desgaste: la osteólisis es un proceso en el que el hueso se reabsorbe como respuesta biológica a los detritus generados por el desgaste, y es la complicación a largo plazo más frecuente después de una ATC y la causa más significativa de fallo o fracaso del implante. La incidencia varía ampliamente dependiendo de múltiples factores, como los materiales y el diseño del implante, el tipo de fijación y la técnica quirúrgica. Suele ser asintomática a menos que evolucione a un aflojamiento aséptico. Cuando se acompaña de dolor generalmente refleja pérdida de fijación del implante o una fractura patológica, y en ocasiones puede ser consecuencia de una sinovitis reactiva. Patogénicamente los detritus producidos por el desgaste son fagocitados por macrófagos que al activarse liberan factores osteolíticos y estimulan los osteoclastos reabsorbiendo el hueso circundante34,35. Como consecuencia se pueden producir micromovimientos que a su vez liberarán detritus de desgaste adicionales, y ello conducirá a la pérdida de fijación del implante, fracturas patológicas, etc. Para prevenir esta complicación, y dado que el origen más frecuente del detritus es el polietileno de la articulación entre la cabeza femoral y el acetábulo, nuevos polietilenos con mayor resistencia al desgaste y la alternancia de las superficies de carga, como cerámica en polietileno, cerámica en cerámica y metal en metal, se han utilizado para intentar enlentecer o parar el desgaste y los detritus. Todavía son necesarios seguimientos clínicos a largo plazo para valorar los resultados. Actualmente, una vez se ha producido la osteólisis y si el paciente es sintomático, el tratamiento de elección es quirúrgico, aunque la indicación depende de múltiples factores. Se están investigando tratamientos no quirúrgicos, entre los que destaca el uso de bifosfonatos, que en modelos animales han demostrado que reducen significativamente la incidencia de resorción osteoclástica36.
  • Aflojamiento aséptico: la pérdida de fijación o aflojamiento aséptico es el principal problema a largo plazo después de una ATC. Aunque la principal causa es el desgaste de los componentes protésicos, otras posibles causas son la pobre estabilidad inicial del implante, la baja calidad del diseño, factores del paciente (edad, peso, nivel de actividad, enfermedades médicas previas, etc.) y fallos de la fijación. En las prótesis no cementadas una mala técnica de cementación o la fatiga o rotura del cemento pueden ser una causa. En conjunto, la incidencia es muy variable. Los avances en las características de las superficies de carga, diseños de las prótesis, técnicas quirúrgicas y selección de los pacientes han supuesto una disminución de la incidencia. Clínicamente pueden no existir síntomas, pero en muchas ocasiones el aflojamiento aséptico se asocia al dolor. El aflojamiento del componente femoral típicamente produce dolor profundo en la cara proximal e interna del muslo, que empeora con la carga de la extremidad. Es importante realizar el diagnóstico diferencial con la infección, por lo que en el momento de la revisión quirúrgica de la prótesis deben realizarse cultivos.
  • Fractura periprotésica: es una complicación postoperatoria rara cuya incidencia en las artroplastias primarias es menor del 1 %. Se producen más frecuentemente en el componente femoral, en zonas de lesiones osteolíticas o en áreas donde existe más estrés (por ejemplo perforación cortical). El tratamiento puede ser conservador o quirúrgico, ya sea revisión de la prótesis o sistemas de fijación interna. Debido a la variabilidad de estas fracturas, su manejo debe ser individualizado y tener en consideración múltiples factores incluyendo: edad y demanda física del paciente, alineamiento de la extremidad, localización de la fractura, calidad y defectos óseos, tipo de fijación y estabilidad del implante. El tratamiento conservador es adecuado en fracturas estables alrededor de prótesis bien fijadas y funcionales, mientras que el tratamiento quirúrgico se realizará en fracturas inestables mediante fijación interna o fracturas asociadas a pérdida de fijación de la prótesis, requiriendo este caso la revisión del implante37.
  • Fractura/fallo de la prótesis: es consecuencia de la carga repetitiva sobre materiales poco resistentes a la fatiga, pero otros factores predisponentes son el sobrepeso del paciente, la actividad física elevada y la pobre fijación o estabilidad de la prótesis38. La prevalencia de fracturas del componente femoral se estima del 0,27 % en estudios retrospectivos39, sin embargo los nuevos materiales de los vástagos prácticamente han eliminado esta complicación.
  • Dismetría de extremidades: es uno de los principales problemas tanto para el cirujano como para el paciente y puede requerir un alza para evitar la cojera, el dolor lumbar y la utilización de un bastón para la marcha. No hay consenso en qué constituye una diferencia de longitud significativa, pero se ha de aceptar como tal la que afecta adversamente a la función del paciente40. Preoperatoriamente debe realizarse la medición de la longitud de las piernas, así como la evaluación de otros factores que pueden afectarla (por ejemplo escoliosis, oblicuidad pélvica y contractura de aductores). En ocasiones la dismetría percibida por el paciente no es real, sino funcional, y es debida a debilidad muscular de la cadera en el postoperatorio inmediato, por lo que la rehabilitación debe enfatizar la progresiva potenciación de la musculatura.
  • Osificación heterotópica (OH): es el proceso por el que el tejido blando se osifica. Después de una ATC típicamente se produce alrededor del cuello femoral y adyacente al trocánter mayor. La incidencia varía ampliamente y puede ser de hasta el 90 % cuando se evalúa en poblaciones de alto riesgo41. Se han identificado los siguientes factores de riesgo para la OH: sexo masculino, osteoartritis hipertrófica bilateral, antecedente de OH en la cadera, artrosis postraumática con osteofitosis, espondilitis anquilosante, hiperostosis esquelética idiomática difusa, enfermedad de Paget y el abordaje lateral de la cadera42. Recientes estudios han demostrado que el tipo de fijación no afecta la incidencia de OH43,44. Clínicamente la rigidez es el síntoma más frecuente, mientras que el dolor es raro. La mayoría de pacientes son asintomáticos, pero algunos pueden tener signos de inflamación (fiebre, eritema, calor e hipersensibilidad cutánea). En casos de OH severas se puede detectar un aumento de las fosfatasas alcalinas (> 250 IU/l) a las 12 semanas del postoperatorio. La evaluación es radiológica y se clasifica en 4 grados, donde el último representa la anquilosis de la cadera45. En la prevención de esta complicación es fundamental identificara los pacientes de riesgo para realizar profilaxis a ser posible a las 24-48 horas de la intervención. Se han demostrado efectivos para la profilaxis tanto los antiinflamatorios no esteroideos, siendo el más eficaz la indometacina a dosis de 75 a 100 mg al día durante una o dos semanas tras la intervención46, como la radiación externa a dosis única en las primeras 24 a 72 horas47.
  • Finalmente también pueden producirse complicaciones derivadas de cualquier cirugía mayor, como las relacionadas con la anestesia, con las patologías médicas preexistentes, pérdida de sangre, reacción transfusional, etc.
    Un estudio prospectivo reciente de más de 6.700 pacientes intervenidos de ATC ha demostrado una mortalidad a los 30 días de la intervención del 0,7 %48.
    TRATAMIENTO REHABILITADORHay poca evidencia científica que demuestre útil el uso de la educación preoperatoria multidisciplinar como herramienta para mejorar los resultados postoperatorios inmediatos (dolor, función y ansiedad) y la estancia hospitalaria tras una ATC49. Pocos estudios han examinado el efecto de las intervenciones mediante ejercicios preoperatorios en el resultado funcional. Un ensayo clínico controlado y aleatorizado reciente de pacientes programados para ATC demuestra que la realización de ejercicio previo mejora significativamente la función física y el dolor, la fuerza y la movilidad50.
    Existen diferentes enfoques de tratamiento después de una ATC y varían ampliamente dependiendo de la disponibilidad de recursos, sin embargo los objetivos de la rehabilitación son similares en todos ellos y las recomendaciones principales se enumeran en la tabla 2. El objetivo inmediato de la rehabilitación en la fase aguda se centra en reducir el dolor, mejorar la movilidad, restaurar la función e identificar y prevenir las complicaciones postoperatorias inmediatas51. La fase postoperatoria precoz también incluye la educación del paciente sobre el apoyo y las maniobras o precauciones antiluxantes y una evaluación de las necesidades de adaptaciones y recursos en el domicilio51.
    Para alcanzar este objetivo la movilización precoz es el gold standard o patrón oro del tratamiento rehabilitador. Incluso los pacientes mayores con distintas comorbilidades toleran un programa de rehabilitación intensa, que permite alcanzar en un período corto de tiempo una recuperación funcional óptima con una corta estancia hospitalaria52,53. En la mayoría de estudios publicados esta recuperación funcional óptima se alcanza entre el tercer y el octavo día, aunque hay estudios recientes en artroplastias primarias no complicadas que reducen la estancia hospitalaria hasta 1,3 días sin comprometer el proceso de rehabilitación54.


    TABLA 2. Rehabilitación. Recomendaciones

    Tras una ATC, por tanto, si la estabilidad de la prótesis, la herida operatoria y el estado general lo permiten, el tratamiento rehabilitador se inicia precozmente en todos los pacientes durante el postoperatorio inmediato55. Se realizará sedestación en silla y bipedestación con carga parcial progresiva ayudada de dos bastones entre el segundo y el cuarto día en los casos de artroplastia primaria de cadera. En este período se realizarán ejercicios isométricos de glúteos y cuádriceps y se reeducarán paralelamente las AVD y las transferencias55,56.
    Las guías clínicas para los pacientes intervenidos de una prótesis de cadera, y más específicamente los protocolos de ejercicios terapéuticos, también varían dependiendo de las instituciones u hospitales y del ámbito de actuación56-58. Aunque se han realizado ensayos clínicos controlados para determinar el protocolo más eficaz después de una ATC, no se han hecho ni en la fase aguda ni en la postoperatoria en Unidades de Rehabilitación, de convalecencia o en el propio domicilio. Munin et al53 demostraron que el ingreso precoz en Unidades de Rehabilitación estaba asociado con una consecución más rápida de los objetivos; sin embargo, no existen estudios que hayan evaluado prospectivamente el beneficio de la rehabilitación en régimen de ingresado después de una ATC.
    Las restricciones al apoyo después de la cirugía se basan típicamente en las preferencias individuales de los cirujanos y han sido cuestionadas después de las ATC primarias59. Se ha demostrado que el apoyo total transmite mínimas fuerzas a través de la cadera y no afecta adversamente a la osteointegración o a la estabilidad de la prótesis60, por tanto el apoyo total está recomendado para la mayoría de pacientes intervenidos de ATC primaria cementada o no cementada en ausencia de otros factores o complicaciones. Si se trata de una reprótesis, este último término se consensuará con el cirujano ortopédico, pero suele permitirse la carga parcial (hasta 30 kg).
    Las restricciones del balance articular o movilidad después de una ATC se prescriben rutinariamente; sin embargo, no existen datos específicos sobre las características o duración de estas precauciones. Con independencia del abordaje quirúrgico, una vez la curación del tejido blando es completa, generalmente se acepta que el riesgo de luxación de cadera es mínimo. A pesar de esto, la limitación del balance articular (flexión > 90°), las posiciones potencialmente luxantes a evitar (aducción sobrepasando la línea media, extensión y rotación externa, flexión y rotación interna) y las restricciones de actividad se aconsejan hasta los tres meses de la cirugía. Se asume, aunque no está bien estudiado, que los pacientes con enfermedades del tejido conectivo, historia previa de luxación o cirugía de revisión, tienen mayor riesgo de luxación, y también que la técnica y el abordaje pueden influir (un abordaje anterior, lateral modificado o técnicas mínimamente invasivas disminuyen el porcentaje de luxaciones), de manera que las restricciones deberían prescribirse de manera individualizada. En los casos necesarios el paciente deberá utilizar adaptaciones de terapia ocupacional que le permitan realizar las AVD con restricción de la movilidad en los rangos de seguridad o protección articular56.
    La eficacia de las intervenciones de rehabilitación para disminuir o evitar los déficits y la limitación funcional a largo plazo tampoco está bien estudiada. Un número limitado de ensayos prospectivos61ha examinado los diferentes enfoques, momentos de actuación y frecuencia de intervenciones específicas. En ellos el tratamiento prolongado en el tiempo mejoró la función física, la calidad de vida y disminuyeron la discapacidad global. En pacientes ancianos el déficit persistente de fuerza y equilibrio después de una artroplastia aumenta el riesgo de caídas62, por lo que se debe aconsejar a los pacientes continuar con el programa de ejercicio terapéutico al menos durante un año después de la ciru-62,63. Sin embargo, todavía tiene que determinarse si la rehabilitación en régimen ingresado, ambulatoria o domiciliaria tiene resultados superiores a largo plazo y en la satisfacción del paciente.
    El impacto a largo plazo del ejercicio y la actividad física en la longevidad del implante y en la calidad de vida del paciente es probablemente el aspecto de la rehabilitación después de una ATC menos comprendido. Las suposiciones sobre el desgaste y el fallo protésico están basadas en pruebas de materiales in vitro, modelos matemáticos indirectos y estudios retrospectivos, teniendo todos estos métodos sus limitaciones. En la actualidad, a los pacientes se les aconseja rutinariamente que eviten actividades deportivas que generen fuerzas de compresión o rotación elevadas, o que los sometan a riesgo de lesión de la articulación reemplazada. Distintos autores64,65 recomiendan actividades de baja demanda como nadar, ciclismo o paseos a velocidad confortable, descartándose actividades de alta demanda como el fútbol, el balonmano, el jockey, etc. Incluso en actividades como el paseo rápido, el ciclismo, el senderismo o el jogging no existe consenso.
    RESULTADOSHa habido un cambio en la medición de los resultados después de una artroplastia, desde la tradicional, definida por el cirujano y basada en los déficits, hasta la más centrada en el paciente y que incorpora sus expectativas y satisfacción. Históricamente los instrumentos seleccionados para medir resultados después de una ATC estaban basados en las percepciones del cirujano de la importancia relativa de ciertos síntomas y déficits, estaban orientados a la técnica (balance articular, hallazgos radiológicos o supervivencia), no estaban validados, se centraban en los déficits (especialmente el dolor) y no medían la función de manera uniforme.
    La valoración anatomofuncional es insuficiente para conocer la contribución del tratamiento rehabilitador asociado a la artroplastia de sustitución en la mejora de la salud de estos pacientes. Una adecuada valoración de los resultados de la artroplastia requiere el uso de instrumentos genéricos de medición de la calidad de vida, capaces de valorar las diversas dimensiones del bienestar relacionadas con la salud y de instrumentos específicos que sean lo suficientemente sensibles para detectar los cambios clínicos de interés en el estado de los pacientes66,67.
    Probablemente, el instrumento genérico más difundido actualmente es el Medical Outcomes Study-Short Form 36 (MOS SF-36)68. Este instrumento se ha utilizado ampliamente en las enfermedades de cadera y rodilla y sus propiedades clinimétricas (fiabilidad, validez y sensibilidad a los cambios) han sido bien estudiadas en los problemas de estas articulaciones, dado su frecuente uso como patrón oro para la validación de otros instrumentos.
    El instrumento específico más utilizado, con gran diferencia, para evaluar los resultados tras la artroplastia de cadera es la escala de cadera de Harris (Harris Hip Score, HHS), a pesar de la escasez de trabajos sobre sus propiedades clinimétricas66,67. La HHS fue introducida en 1969 para valorar la patología traumática de cadera a partir de 4 dimensiones, dolor, función, deformidad y amplitud del movimiento, que reciben diferentes ponderaciones en función del juicio clínico de sus autores. Esta escala es un instrumento válido y sensible a los cambios en pacientes en rehabilitación tras artroplastia de cadera.
    Los pacientes con mayores expectativas de alivio del dolor y de mejoría de la marcha después de la cirugía tienen mayores niveles de satisfacción que aquéllos que esperan mejorar actividades no esenciales69. Además, los pacientes con mejores resultados tienden a tener mayor satisfacción69. Por tanto, las medidas de resultados deben dirigirse a las expectativas y satisfacción del paciente, pero comprendiendo que las expectativas pueden cambiar con el tiempo70.
    Los resultados publicados demuestran una mejoría excelente tanto clínica, como funcional y radiográfica después de la ATC. Estos resultados varían dependiendo del tipo de prótesis y fijación, de la técnica quirúrgica y los biomateriales, de la edad del paciente y de muchos otros factores. La ATC puede realizarse satisfactoriamente en pacientes tanto muy jóvenes como ancianos de más de 80 años71-74. Sin embargo, los pacientes jóvenes y activos deben ser conscientes de la posibilidad de fallo prematuro de la prótesis si no reducen los niveles de actividad71,72.
    En general, aproximadamente el 90 % de las ATC tienen éxito en términos de no dolor ni complicaciones a los 10 a 15 años de la cirugía. Algunos pacientes continúan con su prótesis incluso después de 25 años de uso. Se espera que estos resultados sigan ampliándose, utilizando las técnicas quirúrgicas y prótesis actuales. Además, la satisfacción del paciente después del procedimiento es extremadamente alta69.
    El objetivo final de los estudios de resultados es tener datos clínicamente útiles y válidos para poder informar al paciente y a los proveedores de salud, y ayudar en la toma de decisiones sobre los diferentes procesos.
    Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.

     

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